Hermandad de San Juan Evangelista

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Tras la Guerra Civil

LA HERMANDAD DE SAN JUAN EVANGELISTA TRAS LA GUERRA CIVIL

Concluida la Guerra Civil los nietos de don Antonio Romero Mora se sintieron en la obligación de continuar con el compromiso procesional que su abuelo había iniciado y que la contienda frustró. Por ello, y con una gran disposición de ánimo, venciendo y superando las dificultades, carestías y estrecheces de los años de la posguerra, se fijaron como meta conseguir una nueva talla de San Juan con la que hacerse presentes en la Semana Santa de Totana. Don Antonio Romero Cayuela, don Juan Antonio Lorca Romero, don Antonio Romero Núñez, don Miguel Romero Cayuela, don Antonio Romero Romero y don Simón Martínez Romero, todos ellos primos y descendientes de don Antonio Romero Mora, se juntaban cada noche a principios de la década de 1940 en el antiguo Bar Calabaza, siguiendo la tradicional costumbre muy arraigada en Totana de verse al acabar la jornada de trabajo en bares y tabernas. Cada uno ponía una peseta con el objetivo de conseguir comprar una imagen de San Juan para los desfiles de Semana Santa. Las dificultades económicas del momento sólo permitieron a los tres primeros seguir con ese proyecto.

El deseo de tener cuanto antes esta imagen de devoción y la dificultad de alcanzar el importe íntegro les llevó a encargar al joven escultor local, don Antonio Ruiz Díaz, la actual imagen del titular de esta Hermandad. Al parecer, don Antonio Ruiz trabajaba entonces en el taller del escultor murciano señor Sánchez Lozano y allí, bajo la dirección del maestro, realizó la efigie de San Juan Evangelista. La imagen llegó a Totana el Lunes Santo del año 1944 y se colocó en la capilla del Hospital, actual capilla de La Milagrosa. Desde allí se trasladó hasta el templo de Santiago, donde fue bendecida para desfilar en la Semana Santa de ese año.

Se inició entonces un periodo en el que el peso de la Hermandad va a recaer sobre la familia Romero. Ellos, principalmente D. Antonio Romero Cayuela y D. Antonio Romero Nuñez, van a ser los encargados de procesionar la imagen y mantener su mínima infraestructura. Para ello contaron con los escasos recursos que obtienen de la venta de lotería y algunas donaciones de devotos. Esa situación llevó a la hermandad a vivir un estancamiento y con ello una escasa participación, pues se integraba fundamentalmente por personas cercanas a la familia Romero y a la Lonja de Totana, en donde estas personas ejercían su profesión de asentadores de frutas y hortalizas.

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